Otro rollo
A veces sucede que el cartel te ofrece exactamente el sentido contrario al de la película. Esa estampa de Kirk Douglas al ataque pistolón en mano con cara de rabia, reutilizada después en miles de versiones de otros carteles (porque esta película estuvo prohibido en España mucho tiempo, señores, parece mentira) no acaba de explicar bien el pedazo de alegatio antibélico que se cascó Stanley Kubrick en ’Senderos de gloria’ (1957). Va a ser que lo bélico vende más que lo pacifista. Que la guerra le puede a la paz, vamos.
CM
'Ladrones' fue la (dignísima) excepción. La mayor parte de las películas españolas lo tienen complicado para presentar un poster que pueda ser a la vez comercial y atractivo (¿verdad Charly?), un problema que muchas veces se soluciona con una buena sesión de fotos con los actores. No olvidemos que, casi siempre, son ellos los que llevan a la gente al cine. 'Frenético' (1988) de Roman Polanski, explotó a Harry. Y acertó, ¿no creéis?
Para los que crecimos disfrutando de las pelis de la II Guerra Mundial (sobre todo esas en que los nazis hablaban alemán sin subtítulos y aún acojonaban más) una genialidad como "Uno rojo, división de choque" (1980, Samuel Fuller) era lo más grande: podías ver todos los escenarios de aquella contienda en una sola aventura. Del Afrika Korps a Sicilia, pasando por Normandía, Las Ardenas y la liberación de Centroeuropa. Siete tíos dando tiros sin saber ni dónde estaban.
Macario Gómez, un fenómeno. El tío era de Reus, se cogía un avión en Barcelona y se plantaba en Madrid a que le contasen la peli. Pocas veces las veía. Y luego, a mano, tenía que inventarse alguna historia para el cartel. No había tele ni internet, así que "el cartel era el todo. Según fuese, la gente entraba al cine o no".
Saliéndome un poco de la línea editorial del blog, no puedo dejar de subir a la sección "Clásicos populares" este cartel que he encontrado en un libro de carteles de cine español antiguo.Cuenta la leyenda que en 1979, en la malagueña localidad de Archidona -y cito textual-, "una pareja de novios aprovechaba la oscuridad de un cine para hacerse caricias.La mano experta de ella y la potencia eyaculatoria del mozo provocaron una inesperada lluvia en la sala.Algunos espectadores afectados denunciaron el caso a la autoridad local y el hecho trascendió a la prensa".Camilo José Cela escribió una narración sobre el asunto y Ramón Fernández dirigió la película.Y el cartel conceptualiza la hazaña con una sutilidad pasmosa.
Después de este cartelazo, el tema del uso indiscriminado de las minúsculas empezó a desprender un tufillo a repetido, a plagio, a homenaje encubierto. Un simple soldado tamaño Subbuteo, y ya nos están contando una historia en 70 de ancho x 100 de alto. Genial.
Poco original, repetido, evidente, falsamente elegante... Pero no deja de ser "bonito". Usar las referencias clásicas, es lo que tiene: se puede oler desde aquí el linimento. Si es Sloan, mucho mejor.